
30 años de ruta canaria
Hace 30 años, la llegada de la primera patera a las costas canarias marcó el inicio de una ruta mortal que, lejos de detenerse, ha seguido cobrando vidas en el transcurso de estas tres décadas.
Aquel primer viaje simbolizó la desesperación de quienes, sin alternativas seguras ni legales, se vieron obligados a lanzarse al mar desde el continente africano en busca de un futuro mejor. Desde entonces, miles de personas han desaparecido en esta travesía cada vez más transitada y cada vez más peligrosa, mientras Europa avanza hacia la externalización de fronteras y el endurecimiento centradas en impedir que las personas lleguen, en lugar de ofrecer soluciones de protección y garantías de derechos.
¿Quiénes llegan hoy a través de la ruta canaria?
Esta ruta fue abierta sin saberlo por dos jóvenes saharauis que arribaron a Fuerteventura en una pequeña embarcación de madera. Treinta años más tarde, no hay un perfil definido de las personas que llegan, entre las que hay hombres, mujeres, niños y niñas; y sus nacionalidades están directamente relacionadas con los conflictos que son el origen de los grandes desplazamientos.
El incremento de desplazamientos actual tiene que ver con la ausencia de alternativas en su entorno. La inestabilidad en Senegal y la guerra en Malí han provocado un aumento en las llegadas de estas nacionalidades en las Islas Canarias. En este momento, Malí ocupa un primer lugar en llegadas desde Mauritania, país en el que cerca de 200.000 personas de esa nacionalidad se hacinan dentro del campamento para personas refugiadas de Mbera, en la frontera entre los dos países.
El conflicto ha provocado un aumento de los solicitantes de asilo de esta nacionalidad, una tendencia marcada desde los últimos años, pero en especial desde finales de 2023 y durante 2024. A esto hay que añadir que la situación del Sahara occidental es cada vez más inestable, y las relaciones entre Argelia y Marruecos hacen que esta vía sea la más utilizada.
Visados de tránsito, un obstáculo más
Para intentar contener estas llegadas, España impone desde el 28 de agosto un nuevo visado de tránsito aeroportuario a las personas procedentes de Mauritania. El país pasa a formar parte de una larga lista que incluye a países en conflicto como Malí, Siria o Palestina, a la que hace poco más de un mes se sumaron también Sudán y Chad.
Los visados de tránsito no son una medida útil, sino una dificultad más en el acceso a protección internacional, y forma parte de la estrategia europea y española de externalización de fronteras que pone en peligro cada vez más la vida de miles de personas.
Desde CEAR insistimos en la necesidad de vías seguras. En el caso de Malí, por ejemplo, ACNUR ha pedido a los gobiernos establecer una cuota de reasentamiento de personas para evitar que las personas arriesguen sus vidas en trayectos peligrosos. Usar estas vías es la forma. Si solo se apuesta por la vía de la contención, al final ya sea por visados de tránsito o por controles policiales, los desplazamientos se hacen cada vez más largos y peligrosos.
España, ¿país de acogida?
Paradójicamente, muchas de las nacionalidades a las que se impone visado de tránsito, como ocurre con Sudán, Siria o Burkina Faso, son altamente susceptibles de recibir protección internacional por parte del Estado español, una vez en el territorio. Ocurre lo mismo con Malí, donde la gravedad de la guerra que se va intensificando implica unos criterios favorables para dar protección.
Hace falta paz y diplomacia para acabar con los conflictos que están en el origen de los grandes desplazamientos de población. La experiencia de los últimos treinta años ha demostrado que la obsesión por el control de fronteras, la externalización, los visados de tránsito y el enfoque policial de la cooperación han fracasado. Los desplazamientos de población no disminuyen, solo se hacen cada vez más peligrosos y cuestan más vidas.
Además, se crean dinámicas que convierten el control de las personas migrantes en una moneda de cambio, con ayudas que en muchos casos solo benefician a una minoría corrupta que utiliza la presión migratoria en función de sus intereses particulares.
Necesitamos que lanzarse a la letal ruta canaria no sea la única opción para demasiadas personas. Necesitamos tratar las migraciones y las emergencias humanitarias de manera diferente, desde un enfoque de una Europa abierta, que defienda las vías legales y seguras para buscar protección sin arriesgar la vida, ofreciendo soluciones duraderas para que las personas refugiadas puedan vivir en paz. Desde CEAR, seguiremos trabajando para ser la acogida y el refugio que necesitan, sin importar de dónde o cómo vinieron.
Necesitamos que lanzarse a la letal ruta canaria no sea la única opción para demasiadas personas. Necesitamos tratar las migraciones y las emergencias humanitarias de manera diferente, desde un enfoque de una Europa abierta, que defienda las vías… Compartir en X