Mohammad Hamed, el juez afgano que consiguió escapar dos días antes del nuevo régimen talibán

Mohammad Hamed llegó a España en diciembre del año pasado huyendo del régimen talibán. Solo dos días antes de que cayese Kabul, que en ese momento estaba sumida en el caos, conseguía aterrizar en Deli. En esos días, cuenta Hamed, la India era de los pocos países que aún mantenía su embajada abierta en Afganistán.

 

Tras 4 meses viendo cómo se acaba el poco dinero que le quedaba y un par de intentos fallidos con la embajada española en la tramitación de la documentación necesaria para la protección internacional, consiguió llegar a España a finales del año pasado. Hamed recuerda el proceso: “En un comienzo, al no disponer de ningún papel que acreditase que había trabajado para el gobierno español me dijeron que no podían ayudarme”.  

Sus padres, hermanos y hermanas también huyeron de Afganistán con la llegada del régimen talibán y ahora viven en un campo de refugiados en Abu Dhabi. Desde hace un año esperan el consentimiento de las autoridades españolas para poder acogerse a la reagrupación familiar que les permita reconstruir su vida juntos. Hamed lleva tiempo gestionando con la embajada española en el país del Golfo “Les he mandado muchos correos electrónicos para conseguir el visado a mi familia. Espero que el gobierno pueda hacer algo y que consigan venir” se lamenta. 

 

Un juez en el Afganistán pretalibán 

En Afganistán llevaba pocos años trabajando como juez, “Toda la gente de mi edad ha tenido una vida dura para obtener una carrera y un futuro en Afganistán. Durante 20 años me formé para conseguirlo” reconoce Hamed. Durante el periodo en que los talibanes no estaban en el poder los jueces y juezas del país podían ejercer su profesión con algo más de libertad y protección. Ahora, aquellas personas condenadas por su relación con los terroristas están en la calle y pueden tomar represalias contra aquellos jueces que todavía quedan en el país.  “La vida para ellos ahora en Afganistán corre peligro. Están escondidos porque no saben cómo y cuándo esa gente puede hacerles daño” advierte el Hamed.  

  

Los comienzos como refugiado en Madrid 

Hamed lleva solo 8 meses en Madrid, pero habla castellano como si llevase años. Aprender el idioma desde cero, así de bien y en tan poco tiempo es un empeño personal para conseguir valerse por sí mismo lo antes posible. Después un primer mes donde tuvo que adaptarse a los sabores de la comida española, fue acogido por CEAR y ahora entre otras tareas sigue acudiendo a los talleres organizados por la entidad en las instalaciones de una Asociación Vecinal en Leganés. 

No le está siendo fácil encontrar trabajo. Los títulos universitarios que tanto se esforzó en conseguir en Afganistán no son válidos en España. Le han ofrecido trabajos temporales de camarero hasta en tres ocasiones “Claro que es un trabajo, pero no me ayuda para conseguir un futuro en mi campo. Necesito estudiar”. Su mayor objetivo es poder complementar sus estudios haciendo una master en alguna universidad española. Ese sería un escalón importante para conseguir un empleo que ponga en valor su formación, pero se ha encontrado con una nueva barrera a la hora de solicitar una beca. “Tengo amigos de Ucrania que me han dicho que a ellos sí les dan becas. Si las universidades tienen becas, yo también soy refugiado y con mi nivel de español quiero acceder a una para estudiar” dice de las universidades a las que ha acudido.     

 

Un futuro en el aire 

Hamed ve con cierta decepción su futuro. De momento, la opción de regresar a Afganistán queda lejana y sus intentos para conseguir medios que le permitan continuar con su formación en la universidad han sido en vano. Considera que va a ser muy duro por la falta de oportunidades. Sin poder estudiar en una universidad y con solo trabajos temporales le cuesta imaginarse su futuro. Hamed quiere que se piense en los refugiados que “tienen ganas de tener un buen futuro y ser parte de este país hacerlo mejor”.  A sus 30 años acepta que no tiene otra opción que reiniciar su vida “Hace un año teníamos una vida tranquila con nuestra familia, amigos y vecinos. Ahora todo ha cambiado y estamos en otro país donde tenemos que empezar de nuevo”. 

 

 

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