José Miguel, defensor de derechos humanos: “No te cabe en la cabeza que, por ayudar, tengas el riesgo de morir”

A José Miguel todavía no le cabe en la cabeza que «por ayudar, tengas el riesgo de morir». Participó activamente en la implementación del proceso de paz en Colombia como defensor de derechos humanos hasta que recibió una última amenaza donde le dijeron que estaba en sus manos «vivir o morir». Llegó a España con lo que le cabía en una mochila y su proceso de solicitar asilo lo recuerda como «una odisea» que duró más de dos años. Ahora vive en Guadalajara junto a su esposa y reconoce que pese a “las fallas en el proceso” se siente “feliz”, “tranquilo” y “agradecido” a España por salvarle la vida.  

 

Su vida en Colombia la recuerda tranquila hasta que se involucró en el denominado Plan de Contingencia’ en su municipio, en el noreste de Colombia. Un Plan ideado a raíz del Proceso de Paz en Colombia, destinado a brindar atención y protección a las personas que se veían afectadas por el conflicto interno en el país.  

A pesar de que se asumía internacionalmente que el conflicto había terminado, este acuerdo provoca una “confrontación entre las guerrillas del ELN (Ejército de Liberación Nacional) y el EPL (Ejército Popular de Liberación)”. Estos enfrentamientos por el control del territorio se saldaban con “desplazamientos forzados”, “amenazas” y “asesinatos”, y líderes sociales y defensores de derechos humanos eran unas de las principales víctimas por visibilizar esta problemática y ofrecer ayuda a las personas que la necesitaban.  

José Miguel empezó a estar cada vez más en el punto de mira de estos grupos armados, quienes no solo le amenazan a él, también a su familia. La gota que colmó el vaso fue un ultimátum en el que le decían que “no iba a haber más advertencias” y que estaba “en sus manos vivir o morir”. Recuerda con amargura que la decisión de dejar su país, su casa, su trabajo, su familia no fue fácil, , “pero al final prima la vida”. Y lamenta que haya tenido que huir por luchar por los derechos de otras personas: “No te cabe en la cabeza que, por ayudar, tengas el riesgo de morir”. 

 

Huir con tu vida en una mochila 

José Miguel llega a España con lo que le cabía en una mochila, con la intención de solicitar protección internacional y empezar una nueva vida. Su caso era conocido por Amnistía Internacional, quien le pone en contacto con CEAR para acompañarle en este proceso, que recuerda como “una odisea” por las fallas a la hora de resolver su expediente. 

Formaliza su solicitud de asilo a principios de 2020, “ese mismo año me entregan la resolución denegatoria con hechos que no había descrito en mi declaración inicial, junto a una carta en la que me dicen que tengo 15 días para abandonar el país”. Sin lugar a dudas, recuerda, “querían resolver expedientes rápidamente pero, ¿a qué precio?”, sostiene José Miguel.   

Durante ese año se aceleraron las resoluciones de expedientes, pero José Miguel se pregunta si se llegaron a hacer estudios individualizados de cada caso.   

Por cuarto año consecutivo, Colombia es el segundo país con más solicitantes de asilo, detrás de Venezuela, y el primero con más solicitudes denegadas resueltas por año, según analiza CEAR en el informe Más que Cifras.  

 

 

De ayudar a ser ayudado 

El precio que tuvo que pagar fue alto, recuerda quedarse “a la deriva”. Una situación que hace imposible la adaptación laboral, social y económica. “No puedes acceder a los servicios de salud si no es por urgencia, no puedes acceder a trabajar, no puedes sacar una cuenta bancaria, y cuando la tienes te la bloquean y no puedes acceder a tu dinero porque no tienes un documento válido”.  

Además, tuvo que atravesar esta situación en un contexto de pandemia donde las dificultades, el miedo y la ansiedad se agravan. “Pasé de tener un encierro porque está corriendo peligro mi vida, a tener otro encierro a raíz de una pandemia”. En esta situación, recuerda como “fundamental” la atención psicológica que recibió por parte de CEAR para hacer más soportable el asilamiento y la incertidumbre. “Pasé de ayudar a otras personas, a ser yo el ayudado”, comenta irónicamente. 

 

España les salvó la vida 

Afortunadamente tras la resolución denegatoria contó con el apoyo jurídico de CEAR para presentar un recurso de reposición y, tras un año de espera, José Miguel obtuvo la protección internacional. Le costó un tiempo asimilarlo y todavía quedaba temor en su cuerpo por los fallos en el proceso.  

Actualmente se encuentra “feliz” y “tranquilo”. Vive en Guadalajara junto a su esposa, que también ha recibido la protección internacional”. Ambos trabajan en logística, y se encuentra a la espera de lograr la convalidación de sus títulos. En sus palabras se perciben unas renovadas ganas de vivir y reconoce sentirse “agradecido” a los españoles por “acogerle”, “entenderle” y por “salvarle la vida”. 

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