Cómo dar apoyo psicológico a solicitantes de asilo en tiempos de pandemia

Desde que se inició a mediados de marzo la declaración del estado de alarma por el Gobierno, CEAR Madrid ha seguido prestando apoyo psicológico a solicitantes de asilo y migrantes en situación de vulnerabilidad.

 

A lo largo de este tiempo, este colectivo ha tenido que hacer frente al propio impacto de la pandemia, unido a las secuelas psicológicas que traían de sus países de origen. Así, el primer reto al que ha tenido que hacer frente el servicio de atención psicológica de CEAR durante este periodo ha sido el poder prestar apoyo a las personas refugiadas considerando que también el equipo del servicio psicológico de CEAR, y sus familias, estaban siendo parte afectada también por la pandemia.

Desde el equipo consideran que ha habido ciertos elementos que han resultado fundamentales de cara a poder dar una adecuada respuesta en esta situación inicial de crisis, como la intensidad de la coordinación interna, poder compartir con compañeras del servicio de otros territorios, el trabajo interdisciplinar con los propios equipos de delegación, y especialmente con aquellas compañeros/as que mantuvieron su presencia desde el inicio en los distintos  dispositivos de acogida.

En estos  primeros momentos de la pandemia, el principal foco del servicio fue centrarse en poder mantener el seguimiento psicológico de los usuarios/as, favoreciendo que se sintieran acompañados, identificando necesidades y facilitando que pudieran contactar con los recursos adecuados, teniendo en cuenta que muchos de ellos habían cerrado debido a la situación, y por lo tanto, resultaba imposible el contacto con los mismos, especialmente para aquellas personas que no poseían un buen manejo del idioma, ni un dominio del uso de los dispositivos tecnológicos o  capacidad económica de permitírselos.

Pese al hecho de haber perdido presencia en los dispositivos de acogida y oficinas, como consecuencia de las medidas de prevención de contagio de COVID-19, acciones como hacer llamadas telefónicas de forma más continuada y seguimiento a través del e-mail permitió que algunas personas percibieran a este equipo de forma más cercana y pudieran sentirse acompañadas. A medida que el equipo psicológico se fue adaptando a la situación, pudieron empezar a compaginar el trabajo de intervención psicoterapéutica, recuperando las figuras de los y las intérpretes en las “citas virtuales”, pudiendo realizar un mayor apoyo de carácter   psicosocial.

Por otro lado, tuvieron que “reinventar” la forma de trabajar y la manera de mantener la conexión y el vínculo con los/as usuarios/as con quienes venían trabajando, y crearlo nuevo con las personas que, de manera excepcional, atendieron como parte de los equipos de trabajo en los dispositivos de acogida dado que, durante la pandemia, los equipos de atención psicológica, como profesionales sanitarios, han sido considerados como trabajadores/as esenciales.

En muchos casos, los usuarios y usuarias de CEAR, sufrieron las consecuencias del cierre de recursos y servicios, así como la paralización, por ejemplo, de acciones formativas, perdiendo de esta forma ingresos económicos en aquellos casos en los que ya habían finalizado sus itinerarios y se encontraban trabajando. La gestión, por ejemplo, de trámites relacionados con los ERTE, demanda de empleo, empadronamiento, etc., de acuerdo al perfil de muchas personas que atiende el equipo, pudo resultar muy complicada, por lo que precisaron de apoyo y acompañamiento en este sentido.

La pandemia, y la situación de crisis derivada de la misma, ha generado un impacto en la salud mental de todas las personas.  En el caso de quienes son atendidos por el servicio psicológico de CEAR Madrid, se identifico la presencia de síntomas asociados a la COVID-19, como son : síntomas relacionados con un bajo estado de ánimo, síntomas relacionados con cuadros de ansiedad. Han sido frecuentes los casos en los que ha aparecido o se ha agudizado el patrón de sueño, sensación de soledad, intensificación de sensación de incertidumbre, temor, o falta control sobre su vida.

Desde la perspectiva del servicio de CEAR Madrid, ha resultado complejo poder hacer frente al impacto que ha supuesto para la salud mental de algunas de las personas debido al cumplimiento las medidas de prevención y protección relacionadas con la pandemia. La interrupción de las actividades presenciales y grupales, la reducción de la posibilidad de mantener espacios y momentos de comunes, la reducción drástica de la vida social fuera de la unidad familiar, etc., resultan opuestas a las forma de intervenir, en circunstancias normales, con las personas refugiadas.

Por lo general, desde el servicio psicológico, es habitual que recomienden relacionarse con otras personas, crear redes, salir de casa, estar al aire libre, hacer ejercicio y, en este contexto excepcional, se ha limitado drásticamente este tipo de acciones, por lo que han tenido que adaptar su forma de intervención, compensándolo a través del uso de las nuevas tecnologías como nueva forma de comunicación y difusión de actividades: práctica de yoga o deportiva, clases de baile, actividades de ocio para realizar en el confinamiento, actividades orientadas al autocuidado como la relajación, estiramientos, higiene del sueño, etc.

Pese a ello, el confinamiento ha incrementado la sensación de soledad, afectando al proceso de inclusión social y de reconstrucción de su proyecto vital en la sociedad de acogida, que suele ser un factor clave en los procesos de recuperación emocional.

Pero no todo han sido limitaciones o barreras, también se encontraron con elementos protectores tanto a nivel interno, individual, como a nivel externo o social. Muchas personas han desarrollado o fortalecido estrategias  para adaptarse a las situaciones de encierro o movimientos limitados. En los dispositivos de acogida, se vivieron experiencias de apoyo mutuo y resiliencia, como el hecho de que algunos residentes hayan compartido sus conocimientos (como la práctica de yoga o pilates), con el objetivo de ayudar a personas que permanecían aisladas en la misma habitación a manejar mejor la situación. Además, la comunidad ha sido un reflejo de dichas potencialidades, ya que muchos vecinos y vecinas, organizaciones y asociaciones de barrio se han organizado para dar respuesta a situaciones de emergencia, llegando a personas para quienes esa ayuda ha resultado esencial.

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