
Nueve años de la muerte de Aylan Kurdi, nueve años de promesas incumplidas
Han pasado nueve años desde que el pequeño niño sirio Aylan Kurdi, de tan solo tres años, apareció sin vida en la orilla de una playa turca, sacudiendo la conciencia europea sobre las dificultades para pedir asilo y la emergencia de una ya cronificada guerra en Siria. Pero pocas cosas han cambiado: ya son más de mil los niños y niñas que como él que han perdido la vida intentando cruzar el mar Mediterráneo desde entonces, y más de cien en la ruta canaria. Mientras, la Unión Europa sigue negando las vías legales y seguras tan necesarias para que el mar no se trague las vidas y sueños de más Aylanes.
Aylan Kurdi huía con su familia en busca de protección. Sus padres intentaron pedir asilo en Canadá, pero este país nunca les concedió un visado en sus embajadas de Oriente Medio, y no les quedó otra opción que lanzarse al mar.
Aunque su muerte generó promesas de cambio a través de una presión mediática y social sin precedentes, nueve años después, la ausencia de enfoque de derechos humanos en las políticas migratorias sigue causando la muerte de miles de niños y niñas en busca de protección atravesando rutas peligrosas como la del Mediterráneo. Menores como Aylan Kurdi, cuyas muertes no salen en los medios de comunicación y, por tanto, de los que no se habla.
Miles de niños y niñas como Aylan Kurdi
Desde que Aylan perdió la vida, al menos 1.240 niños y niñas han fallecido en el Mediterráneo, la frontera más mortífera del mundo, según Missing Migrants, de la OIM. Desde que empezó este proyecto de registro de personas muertas y desaparecidas en rutas migratorias en 2014, han sido al menos 1.283. En 2023, perdieron la vida 162 menores en esta ruta, y en lo que llevamos de año, la OIM ha registrado la muerte de al menos 69 niños y niñas. Por otro lado, en la ruta canaria, fallecieron o desaparecieron 959 personas, entre ellas, al menos 29 niños y niñas.
Las rutas del Mediterráneo y el Atlántico se mantuvieron en 2023 como las más peligrosas del mundo, con más de 4.000 personas fallecidas o desaparecidas, la cifra más alta desde 2017. De media, cuatro personas al día perdieron la vida intentando llegar a España (1.417 personas). Todas ellas son cifras mínimas estimadas, ya que como alerta la OIM, si se contabilizaran todas las personas desaparecidas sin rastro, seguramente serían más del doble.
El riesgo de muerte en el mar es solo una de las muchas tragedias que enfrentan niños, niñas y adolescentes: amenazas o experiencias de violencia, falta de oportunidades educativas o futuras, redadas y detención por motivos de inmigración o separación de la familia. Estos riesgos se ven agravados por las limitadas vías para que los niños y niñas se desplacen con seguridad, la falta de acceso a protección en los países a lo largo del camino y las insuficientes y lentas operaciones de búsqueda y rescate.
Ausencia de políticas migratorias con enfoque de infancia
Frente al aumento de las llegadas y de solicitudes de protección internacional desde el año pasado, los países de la UE han seguido consolidando una dirección errada y contraria a su compromiso fundacional con las personas refugiadas.
Ejemplo de ello es el recién aprobado Pacto Europeo de Migración y Asilo, que pretendía lograr una mayor armonización en las normas de asilo y migración, pero plantea graves riesgos para la protección internacional, profundiza en la externalización de fronteras, reincide en medidas que ponen en peligro los derechos humanos, y no protege adecuadamente a los colectivos más vulnerables, como las infancias.
Europa fortaleza
La falta de vías legales y seguras, la falta de expedición de visados humanitarios, los acuerdos de externalización de fronteras con terceros países (donde no se respetan los derechos humanos de las personas migrantes y refugiadas), la criminalización de la migración y la profundización de la securitización en una Europa cada día más fortaleza y menos solidaria, generan día a día la muerte de miles de personas que se ven obligadas a huir de sus hogares. Entre ellas, muchos niños y niñas.
La muerte de Aylan, como la de miles de niños y niñas, son muertes que podrían haberse evitado con unas políticas migratorias con enfoque de derechos humanos, perspectiva de infancia e interseccional. Sin duda, reside en el compromiso y en la voluntad política priorizar la vida y proteger a las personas que se ven obligadas a huir.
Cómo proteger a la infancia migrante
Desde CEAR creemos que se pueden dar varios pasos para que ningún niño o niña tenga que arriesgar su vida o su integridad en rutas peligrosas.
En primer lugar, España debe garantizar vías legales y seguras de acceso al procedimiento de asilo, incluida la aplicación efectiva del artículo 38 de la Ley de Asilo para solicitar asilo desde embajadas y consulados, facilitar la emisión de visados humanitarios, cumplir los compromisos adquiridos y ampliar la cuota de reasentamiento, y la flexibilización de los requisitos de reagrupación familiar.
Nuestro país puede promover a un acuerdo sobre un mecanismo de desembarco europeo seguro y predecible, con posterior reubicación obligatoria garantizando la coordinación de todos los actores implicados; además de poner fin a los acuerdos de externalización de las fronteras con terceros países de origen y tránsito, así como a las devoluciones ilegales y sumarias, asegurando que los derechos de los y las menores son respetados y protegidos en todo momento.
España también tiene en su mano implementar el Pacto Europeo sobre Migración y Asilo desde un enfoque que priorice la protección de las personas y la garantía de sus derechos, con especial atención a los menores, en pleno respeto con el derecho internacional y europeo en materia de derechos humanos; y reforzar los sistemas nacionales de protección de la infancia para mejorar la seguridad de los menores en riesgo de explotación y violencia, especialmente aquellos que migran solos. Urge más que nunca avanzar en la modificación de la ley de extranjería para establecer un reparto obligatorio entre las Comunidades Autónomas de los niños y las niñas migrantes para garantizar las mejores condiciones de acogida.
Cambio de rumbo
La Unión Europea debe cambiar de rumbo e impulsar el principio de solidaridad y responsabilidad compartida entre los Estados miembros como pilar fundamental del Sistema Europeo Común de Asilo, defendiendo la creación de un mecanismo permanente de cuotas obligatorias de reubicación que permitan vivir en suelo europeo en paz, seguridad y dignidad a quienes no pueden encontrarla en sus países. Para que ningún sueño se quede en el camino.
Desde CEAR creemos que se pueden dar pasos para que ningún niño o niña tenga que arriesgar su vida o su integridad en rutas peligrosas. Compartir en X