Malalai Joya, la activista que lucha por los derechos humanos en Afganistán desde el exilio
Malalai Joya se hizo conocida internacionalmente cuando en 2003, durante una Asamblea en Kabul, se puso en pie y denunció a los poderosos señores de la guerra de su país, que entonces eran respaldados por la OTAN. Tenía 25 años. Dos años más tarde, se convirtió en la diputada más joven del nuevo Parlamento de Afganistán. En 2007, la suspendieron del Parlamento por sus continuas críticas a esos señores de la guerra -que a su vez eran capos de la droga- y sus aliados.
Desde entonces lucha contra el fundamentalismo y trabaja por la paz, la justicia y la humanidad, lo que le ha valido el sobrenombre de ‘la mujer más valiente de Afganistán’. Su vida corrió peligro por su trabajo de activista durante los más de 20 años de ocupación estadounidense. Tuvo que llevar burka para ocultar su identidad. Ha sobrevivido a siete intentos de asesinato y tenía que estar acompañada en todo momento por guardias armados.
El dolor de la huida
Tras la retirada precipitada del Ejército de los Estados Unidos del país y la consiguiente caída de Kabul, los talibanes recuperaron el poder rápidamente y fueron a casa de sus familiares buscándola para eliminarla. Malalai tuvo que abandonar Afganistán presionada por su familiares y seres queridos, que temían que finalmente consiguiesen acabar con su vida. En noviembre de 2021 llegó a España en uno de los aviones fletados por el gobierno.
«Cuando dejé Afganistán fue muy doloroso. Aunque físicamente estoy en España, mentalmente estoy con mi gente y mi país», señala, al tiempo que denuncia la situación de las mujeres afganas, privadas de sus derechos elementales, «maltratadas», obligadas ocultar su cuerpo y su rostro… «Han prohibido que las niñas vayan a la escuela. Las personas críticas con el régimen son torturadas o simplemente desaparecen».
Activista por el futuro de Afganistán
Malalai pide que se trate a las personas refugiadas afganas que están en España según el Derecho Internacional Humanitario. Que tengan la oportunidad de recibir educación y poder vivir como cualquier otra persona española. «Hagámoslo de forma humana, son el futuro de Afganistán», reclama la activista.
Para Malalai es fundamental el apoyo de organizaciones como CEAR y otras entidades internacionales para no dejar solo al pueblo afgano. Espera que algún día «los terroristas que ahora dominan el país sean juzgados y se consiga un gobierno progresista y democrático. Un futuro en el que la gente por fin pueda vivir en un Afganistán en paz, seguridad, libertad donde se respeten los Derechos Humanos».
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