Salif tuvo que huir siendo menor por su orientación sexual y activismo LGTBIQ+

Falta de respeto, agresiones, presiones constantes y falta absoluta de reconocimiento. Desde que Salif entró en la adolescencia. y reivindicó su orientación sexual, se topó de bruces con una sociedad y familia que le dio la espalda. “La religión tiene un importante peso que aplican los que están en el poder”, explica.  

 

A pesar de sentir un total rechazo social, continuó reivindicando los derechos LGTBIQ+ en manifestaciones hasta ser detenido y torturado por la policía. Fue entonces cuando tomó la decisión de huir del país en busca de un lugar seguro donde poder ser, sentir y amar en libertad. La decisión no fue fácil, ya que Salif tenía su propio negocio.  

 

 

Tras un largo trayecto migratorio a través de Mali, Senegal y Mauritania, llegó a Marruecos para intentar cruzar hacia Europa. Lo intentó varias veces y fue devuelto en todas las ocasiones hasta que consiguió hacerlo en una precaria embarcación. 

De aquella dramática experiencia recuerda “pasar mucha hambre”. Rememora que en aquella patera “viajaban 67 personas”, pasó “un día entero sin comer” y se sentía en “una cárcel en medio del mar”. Afortunadamente, no hubo que lamentar muertes y desembarcaron en Granada.  

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Salif estuvo unos meses en Cruz Roja hasta conseguir una plaza de acogida en CEAR Valencia, solicitó protección internacional y se siente muy aliviado por haber conseguido el estatuto de refugiado.  

El camino hasta aquí no ha sido fácil, pero mira hacia atrás y valora todos los aprendizajes y las dificultades superadas. Ahora, por fin en un lugar seguro, puede empezar a reconstruir su vida.  

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