Esto hay que cortarlo

Muchas personas llegan cada día a las fronteras de Ceuta y Melilla. La mayoría de ellas han tenido que elegir entre un ataúd y una maleta. Tras meses de odisea en la que han invertido todo lo que tenían, los más afortunados consiguen llegar a una frontera hostil y fortificada. Sus sueños se estrellan contra una barrera prácticamente infranqueable, pero su desesperación les empuja a escalar una valla de seis metros coronada por concertinas, un alambre de cuchillas que causa graves lesiones, e incluso la muerte.

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