Historia y consecuencias de la Nakba: el desplazamiento forzado del pueblo palestino que comenzó en 1948

El 15 de mayo marca el aniversario de la Nakba, un suceso histórico que marcó el antes y el después del devenir del pueblo palestino. Conocer la Nakba es de vital importancia para entender la evolución de una situación trágica que se ha cobrado miles de vidas a lo largo de los más de 100 años de ocupación de Palestina. 

CEAR proporciona algunas claves que aportan luz a uno de los mayores crímenes contemporáneos contra los derechos humanos y reivindica en este devastador aniversario, una vez más, la acuciante necesidad de obtener una paz definitiva y duradera para todas las personas palestinas 

Contexto histórico, definición y significado de la Nakba 

Durante el mandato británico sobre la Palestina histórica y al amparo de la Declaración de Balfour de 1917 que preveía la creación de un ‘’hogar nacional judío’’ en la misma, se inició un proceso de emigración judía procedente principalmente de Europa central y oriental, donde el antijudaísmo se intensificaba. Progresivamente, se establecieron colonias judías y ante la resistencia de la población palestina local y sus demandas de independencia, surgieron grupos paramilitares judíos que recibían el apoyo de muchos de los Estados occidentales en los que, paradójicamente, las comunidades judías eran perseguidas.  

En esta situación y con el fin de la II Guerra Mundial, en 1947 la ONU aprobó un plan de partición que dividiría Palestina en dos para establecer dentro de ella un Estado árabe y otro judío, mientras que Jerusalén quedaría bajo un régimen internacional. En ese momento, la violencia de los grupos paramilitares judíos se intensificó, multiplicándose las masacres de personas palestinas, la destrucción de aldeas y la expulsión de sus hogares. La violencia culmina con la llamada declaración de independencia de los colonizadores judíos el 14 de mayo de 1948, estableciéndose el Estado de Israel. Se inicia así la Nakba o catástrofe palestina, que lleva a la derrota militar de esta y sus aliados árabes; con la ocupación del 77 % del territorio de la Palestina histórica, incluida la mayor parte de Jerusalén; y con la expulsión de más de la mitad de la población palestina de su territorio. El resto del territorio, que bajo el plan de partición correspondería al Estado palestino, quedó bajo el control de Jordania y Egipto. 

Expulsión y desplazamiento forzoso de la población palestina 

La Nakba provocó un exilio forzoso que llevó a más de 700 000 personas lejos de sus hogares. Ellas y sus descendientes han sido forzadas a vivir como refugiadas, apartadas de sus casas y, en muchos casos, también de sus seres queridos. Así, el pueblo palestino sufre un largo proceso de desposesión, expulsión y falta de acceso a derechos dentro y fuera de su territorio. Numerosas resoluciones de la ONU han condenado reiteradamente el proceso ilegal de ocupación que Israel ha ido afianzado con el paso de los años y las décadas. 

Hasta el día de hoy, muchas de las familias afectadas aún guardan las llaves de los hogares que se vieron forzadas a dejar, con la esperanza de volver a usarlas de nuevo algún día. Estas llaves se han convertido en uno de los principales símbolos de la resistencia del pueblo palestino y de su memoria colectiva que, conservándolas, manifiesta su deseo y su derecho al retorno, contemplado asimismo por la ONU. 

Consecuencias de la Nakba 

Las consecuencias de la Nakba colocan a las personas palestinas, tanto dentro como fuera del Territorio Palestino Ocupado, en una situación crítica. A mediados de 2024, se calcula que había seis millones de personas refugiadas de Palestina, algunas de las cuales cumplían más de medio siglo de éxodo.  

Desde octubre de 2023, cuando se produjo el estallido del más reciente episodio de este genocidio interminable, cerca de dos millones de personas fueron desplazadas internamente, un 90 % de la población de Gaza, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Muchas de estas personas ya eran refugiadas que se han visto forzadas a nuevos desplazamientos tras los bombardeos de los campamentos para personas desplazadas, en las que tienden a vivir en condiciones de hacinamiento.  

Además, las personas atrapadas en Gaza se ven sometidas a continuos bombardeos. Estos se cobraban la vida de una media de 100 personas al día antes de la breve tregua que finalmente rompería Israel el pasado mes de marzo y que, en cualquier caso, tampoco fue respetada. Desde la reanudación oficial de los ataques militares por parte de Israel, estos se han revestido de una intensidad y brutalidad aún mayores, provocando el asesinato de casi un millar de personas en tan sólo una semana, incluidas más de un centenar de niñas y niños. 

La Nakba en el presente 

El Territorio Palestino Ocupado y especialmente la Franja de Gaza sufre un asedio militar total desde octubre de 2023. En la actualidad, este continúa teniendo como objetivo a la población civil, así como al personal humanitario y sanitario, periodistas e infraestructuras básicas para la supervivencia de cualquier población. 

La estimación de personas asesinadas por los ataques militares tan solo en Gaza ya asciende a más de 52 400, de las cuales 13 000 son niños y niñas, según la ONU, y más de 11 000 están desaparecidas bajo los escombros. Sin embargo, las cifras reales podrían ser mucho mayores, elevándose hasta en un 70 %, según la prestigiosa publicación científica The Lancet. A ello se suma el bloqueo impuesto por parte de Israel a la entrada de ayuda humanitaria, incluyendo alimentos, medicinas, combustible y gas para cocinar, que ha sumido a la totalidad de la población de la Franja en una situación de inseguridad alimentaria extrema e, incluso, de hambruna inminente. Más de 50 niños, niñas y bebés ya han muerto de hambre y sed en apenas dos meses. 

La falta de agua potable y saneamiento es también un factor de riesgo mortal. Las tácticas de Israel por las que se ha reducido en un 94 % la cantidad de agua que llega a Gaza, menos de 5 litros al día por persona, son un arma de guerra que provoca que más de una cuarta parte de la población gazatí haya caído gravemente enferma, según Oxfam. 

El reciente anuncio de Israel de extender sus actividades militares y prolongar su ocupación en Gaza, una flagrante vulneración del derecho internacional, continúa profundizando la gravedad de la realidad que sufre el pueblo palestino. Gaza es el hogar de miles de personas palestinas, así como una parte integral del territorio de la Palestina histórica. Por este motivo, han de garantizarse sus derechos inalienables a la libre determinación y al retorno. 

Propuestas de CEAR para poner fin a los horrores de la Nakba 

No podemos volver la cara al genocidio que está sufriendo el pueblo palestino. En un contexto internacional marcado por los rápidos cambios, la inestabilidad geopolítica y las derivas totalitarias y belicistas que intentan socavar los derechos humanos, la UE y España deben reafirmar los principios democráticos y humanistas que dicen defender, tomando medidas concretas y contundentes en defensa de la paz y la justicia.  

La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos y recurrir a todos los mecanismos a su alcance para imponer un alto el fuego efectivo y permanente en todo el Territorio Palestino Ocupado, incluida Cisjordania y Jerusalén Este, tomando todas las medidas necesarias para cumplir con la obligación legal de velar por el fin de la ocupación ilegal, de conformidad con la opinión vinculante de la Corte Internacional de Justicia. Israel, como potencia ocupante, debe permitir de forma inmediata el acceso ágil, sostenido y sin impedimentos a toda forma de ayuda humanitaria, renunciando a la reciente idea de una externalización a empresas privadas que dejaría fuera de su gestión a las organizaciones humanitarias. 

La protección de la población civil debe quedar en todo momento garantizada, asegurando la puesta en libertad de todas las personas palestinas, incluidas mujeres, niñas y niños, ilegalmente detenidas por las fuerzas de ocupación israelíes en campos de tortura y exterminio, y en las prisiones israelíes. Así mismo, se debe asegurar el respeto hacia el personal humanitario, médico y sanitario, así como a profesionales de los medios de comunicación. En este sentido y como medio para lograr estos objetivos, España y los países de la UE deben imponer un embargo inmediato e integral de armas a Israel, así como sanciones diplomáticas.  

Ya son más de 169.000 las personas que han firmado la petición por un alto al fuego permanente en Gaza, diciendo no al genocidio en Palestina y a la impunidad de Israel. Alzando la voz es posible acabar con el sufrimiento del pueblo palestino y lograr que puedan regresar a sus hogares junto a sus seres queridos. El pueblo palestino se encuentra en el momento más crítico de su historia y la paz no puede esperar más. 

 

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