Yusupha, el fisioterapeuta que huyó de Gambia y ahora sueña con trabajar en el Betis
“He tenido que empezar mi formación desde cero porque quiero cumplir mi sueño”, señala Yusupha, fisioterapeuta y auxiliar de enfermería en Gambia, quien ahora trabaja como ayudante de cocina en un restaurante sevillano, tras haber recibido una formación de ayudante de cocina que hizo gracias a CEAR en Sevilla. Mientras tanto, sigue realizando cursos que le permitan acreditar su experiencia y profesión.
‘‘La vida en mi país es muy difícil porque las condiciones son muy graves’’. Yusupha abandonó Gambia a principios de 2021 porque un grupo le amenazó de muerte y le agredió. Hasta ese momento, y a pesar de las dificultades, su formación, sumada a su esfuerzo y entrega, le habían llevado a trabajar en un hospital como auxiliar de enfermería y también como fisioterapeuta en un equipo de fútbol de la primera división del país.
‘‘He pasado cosas muy duras en África’’, y es que, antes de llegar a España, Yusupha pasó por Casamance (Senegal) y también por Mauritania. Fue en este último donde decidió embarcarse en una patera junto a otras 43 personas en julio en 2021 en busca de la protección y seguridad que tampoco había encontrado en países vecinos.
‘‘No soy capaz explicar lo que sentí aquellos cuatro días que estuve en el mar. El viaje en la patera es muy duro, tanto que a veces, cuando lo recuerdo, lloro’’. Hasta llegar a la isla de El Hierro, en la patera solo contaban con algo de arroz y agua contenida en botellas de aceite sucio, por lo que casi ni se podía beber. Ahora sí es capaz de recordar la sensación de aquel momento: ‘‘Me sentí a salvo. Había llegado con vida, junto a todas las demás personas que le acompañaban en esa precaria embarcación. Era consciente de que había tenido suerte, porque sabe que mucha gente pierde la vida en el mar:”No somos mejores que ellos’’.
Yusupha solicitó protección internacional y fue acogido por el sistema de asilo español mientras su solicitud estaba en proceso de valoración. Dentro de su itinerario pasó por Tenerife y Sevilla, ciudad en la que fue atendido en un dispositivo de CEAR en el barrio de Torreblanca. Poco a poco, fue comenzando una nueva vida: aprendió español, hizo un curso de ayudante de cocina y empezó a trabajar en un restaurante. Esto le permitió salir del sistema de asilo y alquilar una vivienda que pudo pagarse por sus propios medios.
Arraigo laboral en España
La solicitud de Protección Internacional de Yusupha fue denegada, pero tras dos años en España y más de seis meses trabajando, en diciembre de 2023 le concedieron la residencia por arraigo laboral, lo que le ha permitido residir legalmente en España, con autorización de trabajo y la posibilidad de renovar dicho estatus.
A día de hoy trabaja en la cocina de un restaurante del centro de Sevilla, pero tiene un claro su objetivo: continuar su formación como fisioterapeuta deportivo. Para ello, ya ha hecho un curso profesional de quiromasaje deportivo y todo aprendizaje le parece poco para hacerse un currículum que le permita acceder a este sector que es el que le apasiona y para el que ya se había formado.
Además, para Yusupha no ha pasado desapercibida la afición futbolera de la ciudad de Sevilla. Tras tres años en la ciudad ya ha elegido equipo: ‘‘Soy del Betis. Me encantaría trabajar en el equipo, es mi sueño’’.
Mientras camina enfocado en sus objetivos, reconoce que ahora su vida es muy tranquila. ‘‘He conocido a mucha gente, aquí todo el mundo es maravilloso y cariñoso’’
Salvó la vida a una mujer en Sevilla
Si algo caracteriza a este joven de 24 años es su solidaridad y vocación de servicio. En Gambia era voluntario con Cruz Roja y ahora, en España, ha decidido continuar este voluntariado con la entidad haciendo labores de traducción; ayudando así a personas que, cómo él, han llegado a Sevilla, pero aún no entienden el idioma.
‘‘Me gusta mucho ayudar a los demás’’. Tanto es así que, en su segundo año en España, salvó la vida a una mujer que se encontraba inconsciente en una parada de autobús. ‘‘Yo estaba dentro del autobús y vi que una mujer se cayó al suelo, se desvaneció, así que salí a ayudarla. La coloqué en posición de seguridad, porque vi que no estaba respirando con normalidad, y procedí a hacerle el masaje de reanimación cardiopulmonar’’. Cuando llegó la ambulancia, la mujer ya había recuperado la consciencia. ‘‘El hecho de que él atendiera a esta señora en ese momento, le salvó la vida’’, así lo aseguraba la médica que estaba de turno aquel día y acudió a la llamada de emergencia.
Yusupha tiene un problema en la cadera, y aquel día iba camino de una cita de traumatología a la cual no llegó a tiempo debido a este suceso. A pesar de ello, no comentó nada de lo ocurrido: ni a amigos, ni a familiares, ni tampoco a las responsables del dispositivo de CEAR en el que residía por aquel momento. Fue el centro de salud del barrio quien contactó con la organización para trasladar su agradecimiento a Yusupha por su actuación. El equipo de CEAR también quiso mostrarle su gratitud a lo que él restaba importancia asegurando que hizo “lo que tenía que hacer y lo que haría cualquier persona si viera a alguien en peligro».