Una noche de “Cine con Causa”: The Land Between, en el Teatro del Barrio

rel=»attachment wp-att-3866″>Website-trial-photo«Ayer vi el documental de David Fedele sobre la vida de los migrantes en el monte Gurugú. La proyección, organizada por CEAR, dio paso a un pequeño coloquio en el que participaron Estrella Galán, secretaria general de CEAR, e Ignacio Cembrero, periodista ex corresponsal de El País en el Magreb. He pensado en la película y en algunas de las reflexiones que se expresaron durante esa charla, pero quiero profundizar sobre la que hizo este último en relación con aquellos aspectos de la situación de las personas que viven en el Gurugú, y que el autor del documental no nos mostraba, como, por ejemplo, el importante trabajo de algunas organizaciones de ayuda en el terreno, la violencia ejercida contra los migrantes durante los intentos de salto a la valla, o la especial situación de las miles de familias procedentes de Siria, que huyen de la guerra.

Y, claro, habría que preguntar al director del documental, pero cuando repaso en mi cabeza las escenas de la película, llego a la conclusión de que no se trata de una visión incompleta de esa realidad, como apuntaba Ignacio Cembrero, sino que su intención era mostrarnos algo diferente de lo que podemos ver en los telediarios todos los días. Quizá para llegar mejor a la verdad, quería mostrarnos —así, al menos, lo he sentido yo— algo que difícilmente podemos imaginar en un grupo de personas que viven una situación semejante: su actitud esperanzada de la vida, su compañerismo y solidaridad, su trabajo de colaboración, su espiritualidad, su fuerza interior ante la adversidad, su sentido del humor, incluso. Por ejemplo, no nos mostraba el momento en que se le rompían (o le rompían) las piernas a una persona, sino otro en que un compañero intentaba encajarle los huesos, pudimos ver como se ayudaban a construir una escalera e incluso como bromeaban durante la tarea, contemplamos como compartían la labor de cocinar una olla de comida, como reconstruían en común sus insignificantes tiendas de campaña, como se aconsejaban y se organizaban para el siguiente asalto. Nos hizo sentir los rezos en común para darse fuerza unos a otros, su sufrimiento ante el compañero muerto (o asesinado). Porque son “personas”, como cualquiera de nosotros, es lo que quiso y logró mostrarnos David Fedele en su documental. Y para ello, aunque parezca paradójico, quizá era necesario despejar la historia de esos otros aspectos.

El enfoque que ofrece de la situación de la mujer creo que requeriría una reflexión aparte; el documental nos muestra el difícil día a día de una madre y sus hijos, completamente aislados de la comunidad. No sé si es un buen reflejo de las mujeres en la frontera de Ceuta y Melilla. A mí, en este caso, me ayudó más a acercarme a sus vidas, la cruda descripción que nos hizo Estrella Galán de algunas circunstancias que las rodean. Ellas merecerían otro documental».

Menchú V. voluntaria de Servicios centrales de CEAR

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