¿Qué desean las madres refugiadas en su nueva vida en España?

Cuando todo esto acabe, y el maldito coronavirus nos dé un respiro, el deseo de muchas madres será que sus hijos puedan volver a la normalidad: volver al cole, reencontrarse con sus familiares y amigos, jugar, disfrutar, soñar… Sin embargo, el deseo de muchas madres refugiadas será cambiar la normalidad de la que tuvieron que huir por otra nueva que les permita crecer en paz y libertad.

 

 

Cinthia

Esta madre refugiada tiene dos hijos y lleva seis meses viviendo en Málaga. Después de muchos años viviendo una situación de inseguridad constante, tuvo que abandonar su país de origen.

«Mi único deseo es que mis hijos puedan crecer y tener una vida plena y digna; pudiendo acceder a un sistema sanitario que funciona, a una educación libre y a la seguridad de la que no disfrutábamos en Venezuela. El apoyo que nos ha brindado CEAR desde nuestra llegada ha sido pleno, y estaré eternamente agradecida por ello”, comenta Cinthia.

Rina

Igual que su compatriota Cinthia llegó a Málaga hace poco tiempo. Pero antes de aterrizar en España buscó refugio junto a su hijo de 11 años en diferentes países en los que cuenta que en varias ocasiones vulneraron sus derechos. “Nicolás, siendo tan solo un niño, ha vivido estas experiencias con mucha madurez emocional”, destaca Rina.

“Cada día como madre trato de que sea FELIZ, con mayúsculas, el mayor tiempo de su vida. Le enseño que puede enfrentarse a los cambios con madurez, pero sobre todo le enseño a que sea independiente, luchador, optimista, empático y que no se le olvide que es un ser humano LIBRE. Porque tenemos libertad de sentir, de hablar, de pensar, pero también tenemos libertad para sentir miedo a lo desconocido”.

El deseo de Rina para su hijo es “que se ría, que estudie, que sueñe, que sienta, que llore, que pueda elegir y que elija libremente, que juegue, que escuche, que perdone, que ayude, que ame. Pero, sobre todo, lo que quiero para Nicolás, es que viva”.

 

Daniela

Esta madre soltera, de 45 años, trata de encontrar refugio en Sevilla junto con su hijo Alejandro, con quien tuvo que ir de Colombia tras sufrir violencia sexual como arma de guerra. Ha solicitado asilo con el apoyo de CEAR Andalucía y espera tener una oportunidad para comenzar de nuevo.

“Mi deseo como madre refugiada, confiando en Dios, es poder salir adelante en este tiempo tan difícil de confinamiento en unión con mi hijo Alejandro, apoyándolo para que no nos afecte más nuestra condición como refugiados. Es muy complejo salir de tu país a otro país, por ello, mi deseo es poder orientarnos mutuamente, y poder saber cuáles son nuestras inquietudes que nos afectan emocionalmente, y poder llegar a un diálogo para que pueda ser más llevadero”, pide Daniela.

En un futuro, su deseo es que su hijo pueda realizar su vida, desempeñándose en lo que a él más le gusta, que son sus estudios de veterinaria, y poder alcanzar sus metas, sin que lo que ha vivido le perjudique para formar su vida libremente.

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Luz

Esta madre colombiana tuvo que huir junto a su marido y su hijo cuando comenzaron a recibir amenazas de muerte. “En España nos han recibido con apoyo, bienestar y protección. Hoy somos parte de CEAR, una gran familia con principios humanos”, señala.

Ahora su objetivo es comenzar una nueva vida en nuestro país para lo cual está realizando cursos de capacitación en estética y belleza, con los que espera poder trabajar pronto y que su hijo pueda tener un futuro mejor. Luz ha escrito estas palabras para él.

 

 

 

 

 

 

Karla

Esta madre colombiana de dos hijos cuenta que desde que llegaron a España sintieron el respaldo, el amor y el cariño de quienes les acogieron. “Desde entonces he sentido la paz y la tranquilidad para mi familia”, dice agradecida a todo el equipo de CEAR en Sevilla.

Cuando habla del futuro se conforma con ser una familia común que vive en tranquilidad y con trabajo estable. “Que nuestros hijos puedan estudiar y sean unos grandes profesionales, que es lo que toda madre desea para ellos”, señala Karla.

Esmeralda

Debido a las amenazas, extorsiones y asesinatos de las maras se vio obligada a huir junto a su marido y sus hijos de El Salvador, dejando atrás a su madre y su hermano, su casa, su trabajo, su negocio, sus comodidades familiares y todo lo que con mucho esfuerzo tenía.

«Armamos maletas y vendimos carros, motocicletas, el negocio de años, renuncié a mi trabajo, dejé a mi madre que es lo que más me duele y salimos para España pidiendo a Dios poder entrar”, recuerda con tristeza Esmeralda, quien por motivos de seguridad ha pedido que se utilice un pseudónimo. Tras un periplo por varias ciudades acabó en el centro de acogida de CEAR en Sevilla. «Aquí no ando pendiente de que me sigan o sigan a uno de mis hijos. Siento paz y siento confianza en que mis hijos estarán bien”.

“Lo que más deseo en estos momentos de confinamiento es que mis hijos se mantengan sanos y junto a mí. Mi mayor anhelo no es tener riquezas, sino poder tener lo necesario y que mis hijos vivan seguros y felices en este país. Mientras tanto, no tiene precio estar en CEAR y conocer a nuevas personas de diferentes culturas”, sueña Esmeralda.

 

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