Palestina: 75 años de desplazamientos forzosos, desposesión e impunidad

El 7 de octubre de 2023 comenzó el episodio más reciente de la larga historia de ocupación y sufrimiento que se inició hace ya más de 75 años. Miles de personas muertas y casi seis millones de refugiadas que siguen sin tener una solución duradera y justa a su situación. 

 

¿Cuándo comienza todo? 

El 29 de noviembre de 1947, tras el fin del mandato británico sobre la Palestina histórica, Naciones Unidas aprobó un plan de partición que dividiría en dos el territorio para establecer un Estado árabe y otro judío. En ese momento, varias milicias armadas judías iniciaron un violento plan de expulsión antes de la creación oficial del nuevo Estado, que se constituiría el 14 de mayo de 1948.  

Fue la “Nakba” o catástrofe, en árabe, que provocó un exilio que en ese momento llevó a más de 700.000 personas lejos de sus hogares. Desde entonces, ellas y sus descendientes han sido forzadas a vivir como refugiadas, lejos de sus casas, a veces también de sus seres queridos. Además, la población palestina sufre un proceso de desposesión, expulsión y falta de acceso a derechos dentro y fuera de la Palestina histórica. 

Muchas de estas familias aún guardan las llaves de los hogares que se vieron forzadas a dejar, con la esperanza de volver a usarlas otra vez. Estas llaves se han convertido en uno de los principales símbolos de la resistencia del pueblo palestino, que conservándolas manifiesta su deseo y su derecho al retorno. 

Ocupación y colonización ilegal desde 1967 

La guerra de los Seis Días abrió en 1967 una nueva fase en el desplazamiento forzado de la población palestina. Israel ocupó Gaza, Cisjordania y la parte este de Jerusalén (la ciudad que tanto israelíes como palestinos reivindican como su capital), provocando el desplazamiento masivo de unas 300.000 personas. También ocupó parte de los Altos del Golán sirios y el Sinaí egipcio, el único de los territorios que ha sido devuelto.  

La “Naksa” o retroceso, como se conoce este episodio, fue el inicio de la ocupación de Palestina, contraria al Derecho Internacional, y la más longeva de la historia moderna. Numerosas resoluciones de la ONU han condenado reiteradamente a lo largo de los años este proceso ilegal que Israel ha ido afianzado con el desplazamiento de unos 700.000 civiles al territorio bajo control militar.  

Los palestinos y palestinas viven bajo un intrincado sistema de apartheid basado en políticas discriminatorias que afecta a su vida diaria: Israel controla las fronteras exteriores, pero también los movimientos entre los territorios y en su interior. No hay continuidad territorial entre Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, y la conexión depende de permisos israelíes, que también regulan en muchos casos el acceso a la educación, la sanidad, el empleo y la construcción de cualquier tipo de infraestructura permanente. El objetivo último es favorecer la expulsión del pueblo palestino. 

Gaza, bajo bloqueo 

Cerca de 2,3 millones de personas viven en la Franja de Gaza, un territorio de unos 12 kilómetros de ancho por 40 de largo, considerada una de las zonas del mundo con mayor densidad de población. 

Desde 2007, el Estado de Israel mantiene un férreo bloqueo ilegal por tierra, mar y aire de la Franja palestina, que ha recibido el triste sobrenombre de “la prisión a cielo abierto más grande del mundo”. Ninguna persona puede entrar o salir de Gaza sin permiso de Israel, que también controla el acceso de mercancías y bienes como el suministro eléctrico, combustible, medicinas o alimentos. Este castigo colectivo estrangula el desarrollo y crecimiento de la franja, donde el 70% de la población es refugiada, y hay una alta dependencia de la ayuda humanitaria. 

Desde que Hamás tomó el control de Gaza se han sucedido los enfrentamientos armados entre el grupo islamista e Israel, pero ninguno con la magnitud de la ofensiva que comenzó el 7 de octubre tras los ataques de Hamás contra civiles israelíes en los que más de mil personas fueron asesinadas. En represalia, Israel ha lanzado una operación contra Gaza en la que ya han muerto casi 15.000 personas, entre ellas más de 5.000 niños y niñas. Además, más de un millón han sido desplazadas forzosamente al sur del enclave, sin alternativas de corredores humanitarios y bajo ataques indiscriminados, y el 45% de las viviendas han sido destruidas, además de varios hospitales y escuelas. Estos actos constituyen un intento de genocidio del pueblo palestino. 

Cisjordania, un territorio dividido 

La Autoridad Nacional Palestina, que gobierna en parte de Cisjordania desde el último acuerdo de paz entre Israel y Palestina en 1994, tan solo tiene un control total del 18% del territorio en el que viven más de tres millones de personas palestinas. El resto está en manos parcial o totalmente de Israel, que regula la vida diaria de los palestinos bajo su autoridad.  

Hay carreteras diferentes para israelíes y palestinos. La población palestina es juzgada por tribunales militares y no civiles (al contrario que los colonos). Su tránsito por el territorio está controlado por más de un centenar de puestos militares de control. Su acceso a la educación, sanidad o empleo está sujeto a permisos de movimiento. Y son reiteradas las denuncias contra la confiscación casi diaria de tierras palestinas.  

Aunque la violencia contra los palestinos era frecuente antes del 7 de octubre, desde esa fecha se han repetido las denuncias y preocupación por el aumento de los ataques, especialmente contra agricultores palestinos, y el desplazamiento forzoso de al menos 15 comunidades. 

Personas refugiadas sin derechos 

Hoy cerca de 5,9 millones de personas están registradas como refugiadas palestinas por la Agencia de Naciones Unidas para las personas refugiadas de Palestina (UNRWA). Se trata de “la crisis de refugiados sin resolver más larga del mundo”, afirma la misma organización sobre una diáspora que está mayoritariamente repartida en cinco puntos de Oriente Medio: Jordania, Siria, Líbano, Gaza y Cisjordania. Más de un tercio de estas personas refugiadas viven aún en campos que con el paso de los años fueron cambiando las tiendas de campaña por estructuras improvisadas, caracterizados por la gran concentración de población, la pobreza y falta de servicios básicos. 

En Jordania, y especialmente en el Líbano, a las personas refugiadas de Palestina se les deniegan derechos básicos y viven en muchos casos hacinadas en campos. En Siria, donde antes de la guerra también tenían dificultades de acceso a derechos, sufren ahora la violencia del conflicto y muchas se han convertido en dobles refugiadas, dentro de las fronteras o en terceros países. 

Las personas refugiadas de Palestina no han tenido hasta la fecha derecho al retorno, pero tampoco a la inclusión local ni al reasentamiento para dar respuesta, de manera duradera, a su situación de exilio interminable. 

Propuestas de CEAR para avanzar hacia la paz 

CEAR defiende el derecho al retorno de todas las personas refugiadas que fueron desplazadas a la fuerza. A pesar de las numerosas resoluciones contra la ocupación ilegal, los ataques repetidos e indiscriminados a la población civil y el bloqueo, contrarios al Derecho Internacional e investigados como presuntos crímenes de guerra y lesa humanidad, reina la impunidad para Israel. A esto hay que sumar que la comunidad internacional sigue mostrándose reticente a reconocer el Estado palestino. 

Este es el momento para hacerlo. España puede convertirse en un referente europeo en la defensa y promoción del reconocimiento del Estado de Palestina, permitiendo que se avance así hacia una paz justa y duradera, y que estos trágicos hechos no se vuelvan a repetir. Para el pueblo palestino, existir se ha convertido en su mayor forma de resistencia, que en estos momentos se encuentra amenazada por una ofensiva militar y una violencia sin precedentes tanto en Gaza como en Cisjordania. 

El apoyo internacional al pueblo palestino, transformado en voluntad política, justicia y reconocimiento del Estado Palestino, puede proteger su supervivencia y garantizar por fin el derecho al retorno de todas las personas refugiadas.   

Más de 25.000 personas ya han firmado la campaña de CEAR contra el genocidio en Gaza.  

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