Así fue la odisea migratoria de cinco supervivientes de la tragedia de Melilla

Ahmed A., Ahmed F, Ammar, Anour y Yahya sobrevivieron al salto de valla de Melilla del 24 de junio, pero para ellos la tragedia comenzó mucho antes. Después de enfrentarse a un durísimo periplo migratorio por países como Chad, Níger, Libia o Argelia llegaron a Marruecos, donde tampoco encontraron refugio.

  

“En Chad me encontré una situación aún más difícil que en Sudán. En Argelia estuve seis o siete meses. Y allí fue también difícil. En Argelia, si tienes la piel negra es un problema, un problema muy grande”, describe Yahya, procedente de Sudán, en un vídeo publicado por CEAR sobre el infierno migratorio que vivió durante años y países antes de poder pedir asilo. 

Yahya es una de las cinco personas entrevistadas por la organización que sobrevivieron a la terrible tragedia de Melilla en la que al menos 37 personas murieron, 470 fueron devueltas de manera ilegal y más de 70 siguen desaparecidas sin que se haya llevado a cabo una investigación independiente que garantice justicia, verdad y no repetición. 

Los refugiados, acogidos por CEAR en un centro de humanitaria de Sevilla, huyeron de Sudán y Chad, países con un alto índice de reconocimiento de protección internacional en España por los conflictos que sufren. Sin embargo, la falta de vías legales y seguras para acceder al procedimiento de protección internacional los llevó a recorrer países como Argelia, Níger o Libia, donde sufrieron persecuciones, violencia y humillaciones. 

“Al entrar nos encontramos con una paliza tremenda. Fue una humillación indescriptible. Nos amenazaban, nos quitaban los teléfonos, nos quitaban nuestro dinero”, recuerda Ahmed F. sobre su llegada a Libia desde Sudán. Desde allí huyó a Argelia, pero la situación no mejoró. “En Argelia estuve un mes aproximadamente. También fue una situación aterradora. Las autoridades nos perseguían y nos echaban a la montaña. En la montaña dormíamos en el bosque, con el frío y la lluvia. Nos congelábamos. Nos sentíamos muy humillados”. 

Sobrevivir en Marruecos

Finalmente, todos acabaron en Marruecos, donde la situación se hizo insostenible por culpa del acoso de las autoridades y la falta de oportunidades, coinciden en señalar. 

 “La vida en Marruecos era difícil, hasta el punto de tener que dormir en la calle. El trato era difícil (…) no había trabajo, los marroquíes no te permiten trabajar con ellos. Hay xenofobia”, lamenta Ahmad A. Intentó saltar al menos seis veces hasta que consiguió cruzar. Las cuatro primeras fue devuelto por la policía marroquí. Las últimas, por la española.  

Devuelto con violencia por parte de las autoridades marroquíes y sin que le permitieran acceder a un procedimiento con garantías y al derecho de asilo, vulnerando el derecho internacional y nacional. “¿Un médico?”, responde Ammar a la pregunta de si tenía acceso a asistencia sanitara. “No, no tenía ni documento de identidad. No había manera. En Marruecos solicité asilo, pero no te llega una respuesta, ni te llaman”, asegura. 

Esta falta de vías legales y seguras de nuevo les forzó a tener que arriesgar sus vidas, esta vez, saltando la valla. “Cruzamos la valla española, pero el Gobierno marroquí nos agredió. Nuestros amigos fueron agredidos y me llevaron a prisión allí. Estuve diez, doce días encarcelado. Nos agredieron en la cabeza, en las manos, en las piernas, pero no nos llevaron a un hospital. Dos amigos fallecieron y no los llevaron al hospital. Yo buscaba un país seguro, con un gobierno que pueda protegerme y donde pueda quedarme. Pero Marruecos no es un país seguro”, denuncia Anour. 

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