Ayaz, refugiado de Pakistán, mira hacia delante para huir del dolor

Ayaz era auditor en Pakistán, de donde se vio forzado a huir con su familia en 2019 por motivos religiosos. No quiere remover el pasado, prefiere dejarlo atrás, así que habla de su experiencia en España con CEAR, de qué es lo que más le ha impactado desde que llegó y de cómo mira hacia delante.

 

Cuando Ayaz y Samia salieron con sus hijos de Pakistán, les esperaba algún país de Europa. Y después de varios vuelos, llegaron a su destino: Barcelona.

Allí les atendió un trabajador social de Cruz Roja e iniciaron el camino de petición de asilo, que no fue fácil. Eran tiempos de confinamiento y le cancelaron la cita previa hasta tres veces. Cuando por fin lo consiguió, habían pasado nueve meses. Hicieron la entrevista con la Policía Nacional, accedieron al proceso de asilo y eso les hizo respirar más tranquilos porque ya estaban más cerca de poder tener una nueva vida aquí en España.

Mientras esperaban su resolución, Servicios Sociales les concedió una vivienda en un piso compartido durante seis meses y transcurrido ese tiempo, por fin, Ayaz y su familia consiguieron asilo en España. Una noticia que llegó acompañada por una sorpresa: la vivienda que les concedían estaba en Alicante, Samia acababa de dar a luz, y tenía que viajar con una cesárea reciente y con su hijo de 40 días. Pero la única opción era Alicante o nada.

Un comienzo truncado

Al llegar a la ciudad de la Luz, Ayaz, Samia y sus tres hijos se quedaron en una pequeña habitación de un hotel con el que CEAR cuenta para esta fase de primera acogida. Ni el trayecto ni la estancia fueron fáciles, especialmente por el delicado estado de salud de Sami, pero poco después fueron trasladados a un piso en el que permanecieron 15 meses.

Cuando parecía que todo se iba asentando, el pequeño Rafael se dio un golpe y le vieron una hinchazón en la sien. Tras pasar por urgencias y realizarle varias pruebas, descubrieron que se trataba de un tumor. El médico informó de un alto riesgo y les ofreció diferentes opciones de tratamiento: sesiones de quimioterapia o trasplante de sangre.

Ayaz se trasladó al hospital con su hijo, donde tuvieron que estar aislados dentro de la habitación durante diez días, las 24 horas, para evitar que Rafael pudiera tener ninguna infección, mientras Samia se quedaba en Alicante con sus otros dos hijos. Eran las primeras navidades con Rafael, pero tuvieron que vivirlas separados.

Tras un nuevo aislamiento causado por el coronavirus, Rafael fue operado y los médicos anunciaron que se recuperaría en cuestión de días. Sin embargo, inesperadamente, el tumor se reprodujo por todo el cuerpo y el diagnóstico fue fulminante: solo le quedaban días de vida. En ese momento, Samia y Ayaz entraron en shock.

«Aquí no tenemos familia ni amigos. Estamos solos. Pero prácticamente todo CEAR estuvo visitándonos, fueron a vernos al tanatorio para apoyarnos. Nos sentimos como en casa», cuenta emocionado Ayaz sobre esos últimos días hasta el día del tanatorio.

Mirando hacia el futuro

Hubo muchos problemas desde que llegó a España, afirma: trámites burocráticos, la incertidumbre de su situación de asilo tras recibir tres cancelaciones, los traslados de vivienda casi continuos con tres niños pequeños durante dos años, la barrera del idioma, el camino hasta poder vivir de alquiler tras dejar las casas de acogida, o conseguir un trabajo. Pero el más grande de todos fue la enfermedad de su hijo recién nacido, el proceso de su tratamiento durante nueve meses y la gestión con los hospitales.

“El hospital, la iglesia y CEAR; todos, estuvieron dándonos su apoyo», agradece Ayaz, que está terminando un curso de formación y ha vuelto a trabajar recientemente. Su nuevo puesto está muy lejos de lo que se dedicaba años atrás en Pakistán pero, una vez más, comenta: “No pienso en el pasado, solo en el futuro».

Todos los comienzos son difíciles, perola historia de Ayaz recuerda cuán doloroso puede ser estar lejos de tu hogar y tu familia. Gracias decidirte a compartir tu experiencia, transmitiendo tanta fuerza y esperanza.

Aquí no tenemos familia ni amigos. Estamos solos. Pero prácticamente todo CEAR estuvo visitándonos, fueron a vernos al tanatorio para apoyarnos. Nos sentimos como en casa Clic para tuitear

 

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