Seis supervivientes del mar cuentan sus historias de «dolor, miedo y muerte»

Gritos, disparos, llantos. El mar no suena igual para todos. Quienes han sobrevivido a él, no recomiendan este difícil y peligroso trayecto a nadie, pero para los supervivientes del mar fue la única vía para poder contarlo.

 

Abdou

Abdou es el mayor de cinco hermanos en el seno de una familia con una situación muy difícil. En este contexto, se vio obligado a tomar la decisión de emprender el viaje para intentar ayudarles. Se dijo a sí mismo que, aunque fuese muy peligroso, debía estar tranquilo y con confianza para aguantar todo lo que encontrara. Sabía a lo que se enfrentaba, un amigo suyo murió en el mar intentando llegar a Europa. Vivieron momentos de desesperación a la deriva, nos cuenta como algunos de sus compañeros lloraban del dolor y de la desesperación.

Llegó a España desde África en patera, su travesía marítima duró dos semanas y dos días. Llegaron todos menos cinco de las personas que viajaban con él, que murieron por “sufrimiento, por no tener comida suficiente, por no beber, por frío o por enfermar durante el viaje”. Tuvo que compartir la comida que tenía, aunque era muy escasa y sabía que no sería suficiente para todo el viaje.

Abdou no recomienda a sus amigos hacer este viaje nunca, explica que es mejor quedarse en África e intentar hacer cosas allí, pero entiende la situación de aquellos que siguen viniendo ya que, expone, no tienen otra opción. «En África no hay nada, tienen que salir para salvar sus vidas y la de sus familias”.

Actualmente afronta su situación con optimismo, y confiesa que, aunque no puede decir que esté bien del todo, al menos ahora con lo poco que tiene puede ayudar a su familia para que puedan comer.

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Ash

Ash salió de su país, Siria, huyendo de una guerra  que dura ya 7 años. Cuenta que decidió viajar a través del mar de forma ilegal por el cierre de todas las fronteras que rodean Siria, aún sabiendo que esto conllevaba pasar situaciones muy peligrosas.

“Mis recuerdos más difíciles fueron cuando la policía turca intentó matarnos en la mitad del mar entre Turquía y Grecia”, relata sobre los peligrosos momentos que vivieron durante el trayecto. Por suerte, fueron rescatados por la policía griega tras más de 5 horas en el agua esperando a que alguien pudiese salvarles.

Aunque fuera un viaje muy difícil asegura que, si aún estuviera en Siria y la guerra continuara, volvería a viajar del modo que fuese para huir «de las bombas, los muertos y la sangre».

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Ibrahim

Ibrahim llegó a Europa en cayuco, en un viaje que duró dos semanas. “Dos semanas en la misma posición, viendo solo agua, pasando frío y hambre». Viajaban más de 80 personas en una embarcación pequeña, en las que los gritos y los delirios eran constantes. “El mar a mí me suena a peligro, peligro total” relata Ibrahim.

Este superviviente explica que con algo de suerte te encuentra la policía y te llevan a un centro, si no, estás perdido.

Ibrahim asegura que si tu familia no tiene dinero para pagarte un visado y un billete de avión, la vía para salir son los cayucos: “Hoy día si no tienes nada no eres nadie y eso motiva a los jóvenes a huir”. Cuenta que todos lo hacen buscando una vida mejor aunque no saben si la van a conseguir.

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Mulai

Mulai es de Gambia y llegó a España hace ya 34 años con la esperanza de mejorar su vida y la de su familia. Decidió venir a través del mar porque pensaba que era lo más seguro, tenía que hacer el viaje a pesar de la angustia, la tristeza y la incertidumbre de no saber si lo conseguiría o no.

“El mar para mí suena hoy a llantos, a gritos, a lamentos, a veces escuchas a personas que dicen: no sé por qué lo he hecho, todo lo que he dejado atrás seguramente no lo vuelva a ver, pero había que hacerlo”.

A día de hoy confiesa que no lo haría por lo duro, angustioso y difícil que es. Cada vez que ve imágenes de cayucos que han desparecido, le pasan muchas cosas por la cabeza y le resulta muy difícil porque sabe el sufrimiento que supone y todo lo que se pierde en el mar. Asegura que «una persona desesperada es la única que puede hacer un viaje así».

“El mar para mí me suena hoy a llantos, a gritos, a lamentos”. Clic para tuitear

 

Ousmane

Ousmane cuenta que todo el trayecto, desde el principio hasta el final, “es un camino lleno de peligros, sorpresas, dolor y remordimiento”. Remordimiento por la dificultad del viaje y por no saber si se va a llegar o no, asegura que conseguirlo es “cuestión de suerte, no de ser valiente”.

Explica que hay barcos que se pierden en medio del viaje, que se puede acabar la comida y la gasolina, y al final todas las personas que intentaban llegar a Europa a bordo de esos barcos no consiguen sobrevivir.

El mar es algo muy complejo con sonidos, ruidos y gritos que dan miedo, es diferente al sonido de la playa”. Ousmane explica cómo la gente va contrayendo enfermedades durante el viaje, vio cómo a un amigo tuvieron que amputarle una pierna al llegar a tierra y a otro su brazo. Relata que presenció cosas que nunca imaginó que podrían pasar, «no quiero ni si quiera recordar nada de esto porque son cosas que, solo por recordarlas, te vuelven loco».

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Rashid

Rashid viene de una ciudad del noroeste del Sahara Occidental llamada Esmara. Junto a ocho personas más, cruzaron por Alhucemas una noche en una barca de goma. Describe que en el centro de la barca había una mujer con su niño que se dedicaba a sacar el agua mientras los hombres remaban.

En un momento de la noche, cuenta que, “pasó un barco grande cerca y llenó la barca de agua, y el niño y la mujer comenzaron a gritar”, tuvieron que ponerse todos a sacarla sin poder avanzar. Más tarde pasó otro y entró demasiada agua para que la embarcación aguantara, entonces el patrón les dijo que se estaban hundiendo “y la barca pinchó”.

En ese momento, cuenta que, con miedo, todos tuvieron que salir nadando, la mujer gritaba por su hijo y vio cómo se hundía y, de un momento a otro, ya no la veía. Después de mucho nadar, fue uno de los 4 que consiguieron llegar vivos a tierra.

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