
© EFE/EPA/ SEDAT SUNA. Una mujer siria desplazada sostiene a sus hijos mientras sale de un punto de entrega de ayuda en el campamento de Abu Makki, en el distrito de Sarmada, en las afueras de Idlib (Siria).
Siria, 12 años de guerra y un mes desde el devastador terremoto
A la terrible conmemoración de este aniversario se suma el impacto del terremoto en Turquía y Siria que ha afectado tanto a regiones ya duramente castigadas por la guerra como a personas refugiadas en el país vecino, forzando aún más las necesidades de protección de la población siria.
Lo que comenzó con unas protestas contra el Gobierno derivó en uno de los conflictos con las consecuencias más catastróficas del siglo XXI, incluido uno de los mayores desplazamientos forzosos de población del mundo.
Esta guerra enquistada ha obligado a más de la mitad de la población de Siria a abandonar sus hogares: cerca de 6,5 millones de personas han buscado refugio en otros países y 6 millones de personas se han convertido en desplazadas internas, según estimaciones de la ONU. Además, hay otros 13,1 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria urgentemente.
Hay denuncias de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y violaciones de derechos humanos que la población siria atrapada en el país ha sufrido durante todos estos años. Las atrocidades padecidas por la ciudadanía, como el reclutamiento forzoso, bombardeos, ataques químicos o asedios, han llevado al Consejo de Derechos Humanos de la ONU a establecer que aún no está preparado para que las personas refugiadas puedan regresar al país.
Condiciones de las personas desplazadas
En este contexto, las personas desplazadas tienen muy pocas expectativas y su situación se ha precarizado. La mitad son niños y niñas, y casi un tercio, nunca han conocido la paz en su país.
Alrededor de 1,8 millones de personas en campos para personas desplazadas enfrentan inseguridad alimentaria grave, pese a las alertas de ACNUR de que la hambruna, la inseguridad y la falta de fondos agravarán las vulneraciones de derechos humanos y la violencia de género. En las familias más empobrecidas, los niños y niñas están abandonando la escuela para trabajar y aumentan los matrimonios forzados.
Refugio en países vecinos
Pero, aunque Siria sigue sin ser un lugar seguro al que volver, más de 670.000 personas han retornado al país en guerra porque no encontraron protección en otros lugares como Líbano, Jordania, Irak, Egipto o Turquía, que con más de tres millones de personas refugiadas es el mayor país de acogida de la diáspora siria.
En estos países vecinos con capacidades limitadas y duramente afectados por el impacto de la pandemia y la crisis económica, las personas refugiadas afrontan serias dificultades para conseguir protección internacional, y no tienen garantizado el acceso a soluciones duraderas como el reasentamiento o la inclusión.
En Líbano, por ejemplo, nueve de cada diez personas refugiadas de Siria no pueden pagar servicios o alimentos esenciales. En general, las perspectivas son aciagas para personas que forman parte de algunos de los colectivos en situación de mayor vulnerabilidad, como las madres solteras, niños y niñas solos y personas con discapacidades.
El seísmo, una nueva tragedia
El terremoto en Turquía y Siria que arrasó la zona fronteriza entre ambos países ha sido el último mazazo contra la población siria, en gran medida dividida entre ambos territorios.
El seísmo ha empeorado aún más la situación de miles de personas que habían quedado atrapadas en Turquía tras el acuerdo firmado en 2016 entre la Unión Europea y el país otomano para impedir la entrada en Europa de quienes trataban de huir de la guerra en Siria. Miles de personas que ya estaban en condiciones terriblemente precarias, han sufrido el dolor de perderlo todo otra vez.
En Siria, además de miles de muertes, más de 500.000 personas han sido forzadas a abandonar sus hogares, que de nuevo se han visto reducidos a escombros.
Necesidades de protección
Estas circunstancias hacen que por séptimo año consecutivo las personas refugiadas sirias representan la población con mayores necesidades de reasentamiento a nivel mundial, seguidas por las personas refugiadas de Afganistán, República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Myanmar.
Todos los países deben adoptar mayores compromisos en materia de reasentamiento para facilitar la aplicación del principio de responsabilidad compartida internacional, puesto que los Estados limítrofes a Siria ya acogen a la mayoría de personas refugiadas sirias. España, en concreto, debe incrementar su cuota de reasentamiento para este año. Además, tiene la oportunidad de aprovechar la presidencia del Consejo de la UE para promover un compromiso entre los Estados miembro para ofrecer esta vía legal y segura a las personas sirias, desplazadas primero por la guerra, y en situación de total desprotección por el terremoto.
Es imprescindible regular la figura de los visados humanitarios para que las personas que huyen de la guerra o los desastres naturales se puedan trasladar de manera segura y legal a un país de la Unión Europea. Además, hay que eliminar la exigencia del visado de tránsito para las personas originarias de Siria o Turquía para que puedan llegar a un puesto fronterizo en aeropuertos españoles en los que puedan formalizar su solicitud de asilo de forma legal y segura, y facilitar la solicitud de asilo en embajadas y consulados de España en el extranjero y flexibilizar la reagrupación familiar.
La acogida
La protección debe tener perspectiva de género y debe continuar en el país de acogida. Hay que garantizar el acceso de las personas refugiadas a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), empezando por facilitar el acceso al mercado laboral, a la atención médica pública y a la educación como medidas para combatir la pobreza y favorecer la inclusión social. Para que puedan, por fin, tener una vida en paz.
En Siria, además de miles de muertes, más de 500.000 personas han sido forzadas a abandonar sus hogares, que de nuevo se han visto reducidos a escombros. Clic para tuitear
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