El Banco Santander reconoce la acogida de CEAR a las personas huidas de la guerra en Ucrania

La entidad financiera ha reconocido la acogida que dio la organización en sus instalaciones de Boadilla del Monte a más de 200 personas, entre ellas, niños y niñas que necesitaban seguir con sus tratamientos oncológicos tras huir de la guerra en Ucrania en un espacio cedido por el banco. 

 

La reina Letizia fue la encargada de entregar el galardón al presidente de CEAR, Carlos Berzosa, en la Convocatoria ‘Euros de tu Nómina’ del Banco Santander, durante la que que quiso hacer una mención especial a la labor de organizaciones como CEAR, ACNUR y Cruz Roja, con las que colaboró en la respuesta a la emergencia desencadenada por la invasión rusa de Ucrania. 

La colaboración comenzó cuando la entidad bancaria puso a disposición del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones un hotel de su ciudad financiera de Boadilla del Monte (Madrid), cuya gestión de acogida cedió a CEAR 

“El Ministerio nos confió este proyecto para trabajar en la acogida de menores oncológicos, que se habían quedado sin tratamiento debido al conflicto”, explica Paco Garrido, coordinador territorial de CEAR Madrid y responsable de poner en marcha el dispositivo.

A principios de marzo llegaron en un avión fletado por el Banco Santander las primeras personas acompañando a menores que necesitaban tratamiento oncológico. Después, ciudadanos y ciudadanas ucranianas que estaban en Polonia. En total, se llenaron 200 plazas que se tuvieron que adaptar “en un tiempo récord”, recuerda Garrido. 

Refugio frente a la guerra y el cáncer

En 48 horas se transformó el edificio en un hogar gracias a los esfuerzos conjuntos del personal del banco, la Fundación Aladina, CEAR y otras organizaciones. Se creó una sala de juegos e informática, habitaciones habilitadas para familias -los niños y niñas viajaban con al menos un familiar para acompañarlos-, se contrataron servicios para el mantenimiento del centro, etc. 

Los menores retomaron sus tratamientos oncológicos en hospitales de referencia de la Comunidad de Madrid. Por su parte, CEAR creó un equipo de 35 profesionales para dar servicios integrales que cubriesen las necesidades más básicas de las personas que iban llegando: desde una abogada, intérpretes, personas de acogida y técnicos de inclusión social que facilitaron los trámites de solicitud de protección o acceso a la tarjeta sanitaria, entre otros. 

Personas como Anastasiia, que pasó su primer mes en España en esta Ciudad Financiera, a la que llegó acompañando a Nikita, su cuñado, un adolescente menor de edad que necesitaba seguir con su tratamiento. “Es muy bonito que hayan participado la gente de habla ucraniana, que nos explican todo. Es difícil para mí contar cuántas veces contactamos a los especialistas de esta organización”, valoró tras su paso por el centro.

Avanzando hacia la inclusión

En paralelo, el banco propuso un apoyo por parte de voluntariado corporativo. Cerca de 2 000 personas se movilizaron y se identificaron personas voluntarias con formación de aprendizaje del idioma, y actividades de ocio y tiempo libre, y se avanzó en la fase de acogida.

“Empezamos a trabajar los itinerarios hasta la segunda fase. Durante varios meses trabajamos en colaboración con el Banco Santander y varias organizaciones especializadas en oncología”, cuenta Garrido, que valora “las buenas sinergias que se crearon”. 

Tras esta primera etapa se acordó pasar a la segunda fase de la acogida. Esta implica impulsar la inclusión de las personas, para lo que se decidió el cierre del centro el 27 de junio y la derivación de las familias a pisos o familias de acogida.  

Ahora, en esta segunda fase, “el itinerario que continuamos es muy complicado”, señala Garrido. “La intervención está muy vinculada con el tratamiento médico de los menores y la poca disponibilidad del acceso laboral de los mayores. No vienen las familias enteras, sino solo quien acompaña a los niños y niñas, y estas personas están, como es lógico, totalmente centradas en la recuperación de los menores. Las madres tienen muy complicado trabajar, y nuestro trabajo de intervención es en los propios domicilios”. 

Sin embargo, es inspirador ver cómo ante las dificultades y la adversidad, tantas personas se esfuerzan cada día por aprender y trabajar para construir una nueva vida lejos de la guerra, como cuenta Anastasiia en este vídeo.

 

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